En ocasiones tendemos a almacenar las cosas en el refrigerador como si de un armario cualquiera se tratase. Si no tenemos espacio suficiente en otro sitio puede que pensemos “bueno, en la nevera siempre están mejor las cosas”. Pero la realidad no es así; hay ciertos alimentos que pierden parte de sus propiedades al someterlos a tan baja temperatura.
Entre otras cosas, su sabor. Puede que pensemos que vale la pena sacrificar algo de paladar en favor de que duren más tiempo, y sin embargo lo estamos viendo desde el punto de vista equivocado. Por eso hacemos un repaso por algunos de los alimentos que solemos almacenar en el frigorífico, pero que en realidad estarían mejor sin él.
Chocolate
Uno de los alimentos que más comúnmente se almacenan en el frigorífico. Y un grave error. El chocolate siempre es una tentación a la que acudimos con toda nuestra ilusión, pero cuántas veces nuestro gozo se ha visto en un pozo al comprobar que esa onza estaba demasiado dura o no tenía casi sabor… ¿Sabe a nevera? Claro, este alimento recoge mucho los olores, por lo que perderás aún más sus cualidades.
A no ser que fuera se vaya a derretir, por ejemplo, con el calor del verano, lo mejor es guardarlo en un sitio fresco, y si está envuelto en plástico, mejor.
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Aguacate
Un alimento que hay que procurar consumir en su punto. Probablemente si lo has comprado es porque pretendes gastarlo pronto, así que si aún está un poco duro déjalo fuera de la nevera para que termine de madurar y tendrá todo el sabor y la textura perfecta cuando lo comas. Si están maduros tampoco los metas en la nevera, se pondrán duros y ennegrecerán. Guardarlos es un lugar seco y oscuro será lo más práctico.
Jamón serrano
Pierde todo su sabor cuando se mete en el frigorífico. El jamón, ya loncheado o en su pata, siempre en un lugar fresco y seco, pero a temperatura ambiente. A no ser que sea de los que ya vienen en la sección de refrigerados del supermercado. En ese caso al sacarlo se pondrá malo.
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Pan
No es conveniente que ningún pan se guarde en la nevera, ni tampoco la bollería. Es común en algunos hogares hacerlo, sobre todo con el pan de molde, porque dura más. Sin embargo, lo que conseguiremos es que se seque, pierda sabor y se ponga duro antes de tiempo. La mejor opción si no consumes mucho pan será congelarlo, siempre dentro de un plástico para que no pierda su humedad.
Quesos
No todos, pero los curados y semicurados, en definitiva, aquellos quesos que son secos, se conservan perfectamente fuera de la nevera y, al contrario de lo que mucha gente piensa, se endurecen más dentro que fuera. Por eso lo mejor será dejarlos envueltos en un papel o si no al aire. Asi conservará todo su sabor y, si eres un amante del queso, lo agradecerás.
Como consejo, si prevés que no se va a gastar en mucho tiempo, aplica aceite donde esté practicado el corte; durará más y estará jugoso.
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Melón
Cuando se mantienen fuera de la nevera, los melones retienen mejor sus propiedades antioxidantes. Mejor espera a meterlo al frigorífico cuando esté abierto, donde -entonces sí- se conservará por más tiempo.
Piña
Tanto esta como otras frutas tropicales cuentan con unas enzimas que posibilitan su maduración. Pasa algo parecido a lo del aguacate: en la nevera el efecto de estas se anula, por lo que nunca conseguiremos que esté en su punto. A no ser que se haya comprado muy madura, mejor conservarla a temperatura ambiente.
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Mantequilla
Cuando queremos echar mano de la mantequilla y nos la encontramos hecha un bloque más duro que el acero, es una verdadera faena. Estará mucho mejor fuera, con toda su textura y sabor. Lo ideal es conservarla en un lugar fresco, si puede ser en un recipiente de barro.
Miel
A muy bajas temperaturas la miel se endurece y cristaliza. Además perderá parte de sus propiedades. Debido a su alto contenido en azúcares, se conservará perfectamente sin refrigerar. Eso sí, procura que esté siempre tapada.
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Encurtidos
Ya llevan una gran cantidad de vinagre, que actúa como conservante. Por eso, mientras estén sumergidos en él pueden permanecer perfectamente fuera del frigorífico. Se aconseja, además, que no se expongan a muy bajas temperaturas en caso de querer enfriarlos. Podemos meterlos un rato antes de consumirlos a la nevera para que estén fresquitos, o dejarlos en la puerta, que es donde menos alcanza el frío.
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